Shiko Postimin Tek
Vjetėr 13-08-07, 18:18   #33
egi
B€QARU§ POW€RU§
 
Avatari i egi
 
Anėtarėsuar: 21-05-07
Vendndodhja: ne boten belly dance
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egi i pazėvėndėsueshėmegi i pazėvėndėsueshėmegi i pazėvėndėsueshėmegi i pazėvėndėsueshėmegi i pazėvėndėsueshėmegi i pazėvėndėsueshėmegi i pazėvėndėsueshėmegi i pazėvėndėsueshėmegi i pazėvėndėsueshėmegi i pazėvėndėsueshėmegi i pazėvėndėsueshėm
Gabim

Rubén Darķo

Autumnal


En las pįlidas tardes
yerran nubes tranquilas
en el azul; en las ardientes manos
se posan las cabezas pensativas.
”Ah los suspiros! ”Ah los dulces sueńos!
”Ah las tristezas ķntimas!
”Ah el polvo de oro que en el aire flota,
tras cuyas ondas trémulas se miran
los ojos tiernos y hśmedos,
las bocas inundadas de sonrisas,
las crespas cabelleras
y los dedos de rosa que acarician!

En las pįlidas tardes
me cuenta un hada amiga
las historias secretas
llenas de poesķa;
lo que cantan los pįjaros,
lo que llevan las brisas,
lo que vaga en las nieblas,
lo que sueńan las nińas.

Una vez sentķ el ansia
de una sed infinita.
Dije al hada amorosa:
?Quiero en el alma mķa
tener la aspiración honda, profunda,
inmensa: luz, calor, aroma, vida.
Ella me dijo: ?”Ven!? con el acento
con que hablarķa un arpa. En él habķa
un divino aroma de esperanza.
”Oh sed del ideal!
Sobre la cima
de un monte, a medianoche,
me mostró las estrellas encendidas.
Era un jardķn de oro
con pétalos de llama que titilan.
Exclamé: ?Mįs...
La aurora
vino después. La aurora sonreķa,
con la luz en la frente,
como la joven tķmida
que abre la reja, y la sorprenden luego
ciertas curiosas, mįgicas pupilas.
Y dije: ?Mįs...? Sonriendo
la celeste hada amiga
prorrumpió: ?”Y bien! ”Las flores!
Y las flores
estaban frescas, lindas,
empapadas de olor: la rosa virgen,
la blanca margarita,
la azucena gentil y las volśbiles
que cuelgan de la rama estremecida.
Y dije: ?Mįs...
El viento
arrastraba rumores, ecos, risas,
murmullos misteriosos, aleteos,
mśsicas nunca oķdas.

El hada entonces me llevó hasta el velo
que nos cubre las ansias infinitas,
la inspiración profunda
y el alma de las liras.
Y los rasgó. Allķ todo era aurora.
En el fondo se vķa
un bello rostro de mujer.
”Oh; nunca,
Piérides, diréis las sacras dichas
que en el alma sintiera!
Con su vaga sonrisa:
?æMįs?... ?dijo el hada.
Y yo tenķa entonces
clavadas las pupilas
en el azul; y en mis ardientes manos
se posó mi cabeza pensativa...
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Ruaje,
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